18.10.17

                   EL SIMBOLO DE LA HERRADURA
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Aunque fueron los griegos los primeros en introducir el simbolismo de la herradura de la buena suerte en la cultura occidental hacía el siglo IV, la tradición anglosajona atribuye tal hecho a San Dunstan (925-988) un herrero de profesión que llegaría a ser arzobispo de Canterbury en el 959.
Según el relato legendario, este personaje recibió la visita de un hombre que le pidió unas herraduras para sus extraños pies, que parecían pezuñas.
Dunstan reconoció inmediatamente en él a Satanás y le dijo que para atender a su petición le habría de encadenar a la pared, a lo que accedió el cliente. Con la argucia consiguió realizar su labor causándole tales dolores que éste le pidió repetidamente clemencia. Dunstan se apiadó finalmente, pero le hizo jurar antes de soltarlo que nunca entraría en una casa en cuya puerta viera colgada una herradura.

Desde la difusión de esta leyenda, aproximadamente en el siglo X, no faltaron las herraduras de la suerte colgadas en las puertas de las casas de los cristianos, cumpliendo la doble función de talismán y picaporte.