28.1.17

                               LAS PALABRAS OCASIONALES
Estaban todos reunidos en torno a la fuente, destartaladas las vestimentas, todas ellas hechas girones igual que sus estómagos. En las mentes era el mismo pensamiento el que los poblaba, todos coincidiendo en que un poco de alimento, por poco que fuera, era necesario para poder pensar algo coherente al menos.
¿Cuál era su futuro si al no ingerir alimento alguno, estaban condenados a la desesperanza?
Las intenciones eran las mismas, los unía, llegados a estas alturas, conseguir comida a toda costa, incluso delinquiendo, como fuera y donde fuera.
Raúl se distanció de ellos para mendigar, se fue por otros lugares, por diferentes caminos, pidiendo a todo el que se cruzaba con él, con la desesperación y la esperanza reflejada en los ojos, y era tal  el anhelo que ponía en sus súplicas, que consiguió despertar la caridad escondida de una persona que le invitó a compartir sus alimentos. Llegó a comer y beber hasta la saciedad, el hartazgo fue tan enorme, que se olvidó de las obsesiones que tenían bloqueada su mente y veía y sentía todo de otra manera.
Al reunirse de nuevo con los compañeros de infortunio, los miró y los escuchó, pensando que pronto llegarían las respuestas a sus angustias por tantas necesidades. Solo el que ha comido ya puede darles unas palabras de aliento.     

Valencia 2 de Enero del 2016

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