18.10.17

                   EL SIMBOLO DE LA HERRADURA
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Aunque fueron los griegos los primeros en introducir el simbolismo de la herradura de la buena suerte en la cultura occidental hacía el siglo IV, la tradición anglosajona atribuye tal hecho a San Dunstan (925-988) un herrero de profesión que llegaría a ser arzobispo de Canterbury en el 959.
Según el relato legendario, este personaje recibió la visita de un hombre que le pidió unas herraduras para sus extraños pies, que parecían pezuñas.
Dunstan reconoció inmediatamente en él a Satanás y le dijo que para atender a su petición le habría de encadenar a la pared, a lo que accedió el cliente. Con la argucia consiguió realizar su labor causándole tales dolores que éste le pidió repetidamente clemencia. Dunstan se apiadó finalmente, pero le hizo jurar antes de soltarlo que nunca entraría en una casa en cuya puerta viera colgada una herradura.

Desde la difusión de esta leyenda, aproximadamente en el siglo X, no faltaron las herraduras de la suerte colgadas en las puertas de las casas de los cristianos, cumpliendo la doble función de talismán y picaporte. 

15.4.17


  UN SER ESTRAÑO
Isidro Montero partió de aquí hace mucho tiempo, nadie supo donde había ido, nadie supo nada de él, hasta llegó a correr la noticia de su fallecimiento, por eso causó sensación su regreso silencioso (como fue toda su vida).
No pasó desapercibido su regreso, se alojó en casa de sus padres (fallecidos hace tiempo). Comenzó a dejarse ver poco a poco, conversó con la gente más allegada a sus padres, el pueblo se fijó en su persona, pero veían algo raro, ¿qué era?, sus compañeros de colegio no recordaban que fuera zurdo, un gran lunar que tenía en la mejilla derecha, ahora estaba en la izquierda, escribía de derecha a izquierda y algunas palabras las pronunciaba al revés. los comentarios eran un hervidero entre la  gente.
Cada día que pasa se aleja un poco más de la realidad en la que viven el resto de las personas. Se murmura que estaba trastornado, que es una persona rara, parece como si tuviera la cabeza en otro lado, es como si temiese un castigo, ¿Qué castigo? algo tan absurdo que nadie puede imaginarlo. Lo pasado, pasado está antes o después se descubrirá la historia.
Se veía obligado a caminar por la oscuridad de la noche, casi nunca deambulaba por el día, como si temiese los reflejos del sol sobre las cosas y sobre él. Los colores por la noche desaparecían, solo permanecían los tonos grises, aquellos colores maravillosos solo pertenecían al día. Este hombre era como si tuviera un secreto que silenció desde hace mucho tiempo en un archivo reservado al olvido.
Cuando llevaba algún tiempo comenzó a bajar la guardia  que había forjado entorno a su persona y acudió al bar donde solían reunirse algunas personas del pueblo. Por casualidad se encontraba allí Adela Carrascosa que fue su novia en la juventud, ella recordaba muchas cosas que normalmente no sabían los demás, Desde el primer momento supo que aquel no era el mismo que conoció, todo en torno a él era como si lo hubieran vuelto del revés, estaba desconcertada a pesar de hacer tantos años que no le veía.
En el bar había un gran espejo que reflejaba a todos los cliente y Adela al mirar a través del espejo la panorámica, entonces si le reconoció, era como si fuera el reflejo del verdadero. Al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, corrió como un poseso hacia el espejo y penetró en el, desapareció para siempre.


16 de Marzo del 2017

1.2.17

                         UNA BUENA PREGUNTA
Fernando Arribas era un personaje muy versado en los temas que manejaba, los estudiaba con verdadera minuciosidad, esto unido a su asombrosa dialéctica, su capacidad de respuesta a cualquier cuestión que se le presentara, le hacían uno de los más importantes conferenciantes del momento.
Por sus cualidades, en todas sus conferencias admitía la controversia ya que manejaba con mucha soltura las diferencias de opinión que se presentaran.
Estando en una escuela conferenciando con padres y alumnos de varias edades, versando sobre las relaciones de nuestro país con los demás y las consecuencias de nuestra actuaciones, un niño le interrumpió queriendo hacer una pregunta, él amante de las controversias, le invitó a que hablara, el niño dijo ¿Por qué mueren de hambre en el mundo tantos niños? ¿Qué personas tienen que arreglar esto?.
Por primera vez en su vida, se quedó callado unos instantes meditando la pregunta, al cabo de un rato solo pudo con un susurro contestar. No lo sé.

1 de Enero del 2017                                  

28.1.17

                               LAS PALABRAS OCASIONALES
Estaban todos reunidos en torno a la fuente, destartaladas las vestimentas, todas ellas hechas girones igual que sus estómagos. En las mentes era el mismo pensamiento el que los poblaba, todos coincidiendo en que un poco de alimento, por poco que fuera, era necesario para poder pensar algo coherente al menos.
¿Cuál era su futuro si al no ingerir alimento alguno, estaban condenados a la desesperanza?
Las intenciones eran las mismas, los unía, llegados a estas alturas, conseguir comida a toda costa, incluso delinquiendo, como fuera y donde fuera.
Raúl se distanció de ellos para mendigar, se fue por otros lugares, por diferentes caminos, pidiendo a todo el que se cruzaba con él, con la desesperación y la esperanza reflejada en los ojos, y era tal  el anhelo que ponía en sus súplicas, que consiguió despertar la caridad escondida de una persona que le invitó a compartir sus alimentos. Llegó a comer y beber hasta la saciedad, el hartazgo fue tan enorme, que se olvidó de las obsesiones que tenían bloqueada su mente y veía y sentía todo de otra manera.
Al reunirse de nuevo con los compañeros de infortunio, los miró y los escuchó, pensando que pronto llegarían las respuestas a sus angustias por tantas necesidades. Solo el que ha comido ya puede darles unas palabras de aliento.     

Valencia 2 de Enero del 2016
LAS CARTAS



Hasta aquel momento, no tenía, como suele decirse, un buen día. Había discutido con mi editor por un asunto material, muy desagradable. Contemplé como dos personas en plena calle, discutían acaloradamente, con malos modos, un dialogo de sordos. Al cruzar la calle por un paso de cebra, casi me atropella un vehículo, y encima, sacando la cabeza por la ventanilla, me ha dirigido unas cuantas frases soeces que no quiero repetir.
Mucho más tranquilo, paseando por el parque, he logrado (o casi) olvidar todo lo contado anteriormente.
Al dirigirme hacia mi casa, en una de las travesías, he visto a un niño llorando, esto me es cada vez más difícil de soportar, será por la edad que me hace más sensible cada día. Le he preguntado el motivo de su llanto y me ha dicho que su pájaro se ha escapado, no lo comprendía, al abrir la jaula y sacarlo, el ave había volado hacia el árbol más cercano y de ahí al otro y así sucesivamente hasta desaparecer. El llanto era inconsolable, parecía no tener fin hasta que apareciera el animal de nuevo. Yo le dije que lo había visto camino de la estación y me había dado el recado de decirte que te escribirá, que deseaba la libertad más que nada en este mundo. El niño calló su llanto, secó los ojos con la manga de su camisa y se fue a su casa.

En las semanas sucesivas, fue recibiendo una carta del pájaro contándole donde estaba y lo que hacía, los lugares por donde pasaba y los seres que iba conociendo.  

24.1.17

              CON LA MIRADA FIJA EN EL INFINITO
Tenía la mirada fija en el infinito, el alma acomodada y el odio ausente, cuando estaba a punto de surgir la luna. Mi pensamiento como una voz contra la luna saliendo por detrás de los árboles, resuena en el aire, se dirige hacia los arbustos cercanos, rebota en ellos, regresa, me roza el perfil y se diluye entre los sonidos de la naturaleza, junto a la brisa que toca las hojas y mezclándose todo se convierte en un murmullo constante. En ese mismo instante, me pongo a mirar el rojo carmín que asoma detrás del horizonte. Todo está necesitado de una pausa, de un sosiego que me permita recordar aquellos momentos vividos que no volverán.
No es un canto a la nostalgia, tampoco una añoranza perdida, solo un recuerdo que se evoca de vez en cuando y que casi nunca reparamos en él, pero existió y ahí está.
Recuerdo esos momentos nítidos, tan detallados como solo pueden proporcionarlos las cosas vividas de verdad. Lo imaginario no es en absoluto lo ilusorio. Lo imaginario no  puede evocar nada, porque no puede recordar y ese es su límite. Estos recuerdos míos, de este momento que menciono, son reales, no imaginados, vividos de verdad y reconforta muchos de ellos el volver a vivirlos de otra manera.  
20/1/1017                   

                                      Diego Thibaut